El temor a Dios


                                                           
 EL TEMOR 

La sagrada escritura emplea muchos ejemplos para referirse al temor. Las más comunes son las siguientes, pavor, miedo, temor, terror. Pueden sugerirse cuatro categorías principales.

a) El temor: es aquel que tiene el creyente al Dios vivo. El hombre natural no tiene temor de Dios. El temor santo, por otra parte, proviene de Dios y instruye al hombre para reverenciar su grandeza y poder. Con el temor puede obedecer sus mandamientos, y evitar toda tipo de maldad Jer. 32:40. Comparé con Gn. 22.12; He. 5:7. Además, es el principio de la sabiduría Sal. 111:10. Es lo recomendable para la rectitud        Pr. 8:13. Una de las características de las personas en las que Dios se deleita Sal. 147.11. El deber del hombre es este Ec. 12:13. Es también una de las virtudes divinas del Mesías Is. 11:2–3.

En el Antiguo pacto en gran parte debido a las sanciones legales de la ley, a menudo se considera que la verdadera religión es sinónimo del temor de Dios. Comparé Jer. 2.19. Y Sal. 34:11. Y aun en el Nuevo pacto se utiliza la ordenanza de andar en el temor del Señor. con relación a los cristianos primitivos. A los adherentes gentiles se los llamaba “temerosos de Dios” Hch. 10.2.
Comparé Fil. 2.12.

En el Nuevo pacto también se define el concepto de un Dios amoroso y perdonador, que por medio de Cristo otorga a los hombres su espíritu Santo Ro. 8.15. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos !Abba, Padre! Y les ayuda a enfrentar a la vida 2 Ti. 1:6–7 y la muerte He. 2:15 sin temor. No obstante, siempre queda un temor reverente, porque no ha cambiado su misericordia y llegará el día en que seremos juzgados 2Co. 5.10 El temor de Dios incita al creyente a buscar la santidad 2Co. 7:1. Y se refleja en la disposición hacia sus hermanos en la fe Ef. 5.21.

b). Temor a ejercer: Es, estrictamente, el resultado natural del pecado Gn. 3:10; Pr. 28:1. Y puede venir como castigo Dt. 28.28. El gobernador Félix lo sintió cuando oyó predicar a Pablo Hch. 24.25, y lo sienten los que rechazan a Cristo, para quienes sólo queda un poderoso juicio He. 10:27, comparé Ap. 21:8. Y esto no es bueno, pero siempre el Espíritu se sirve de este temor para convencer a los hombres Hch. 16.29. etc.

C). El temor a los hombres: Puede expresarse como:

1) pavor reverencial y una consideración especial hacia otros hombres, por ejemplo a los amos y magistrados 1P. 2:18; Ro. 13:7;

 2) horror ciego de ellos y de lo que le puedan hacer Nm. 14:9; Is. 8:12; Pr. 29:25;

 3) y en un aspecto muy peculiar la preocupación cristiana, por ellos ante la posibilidad de que sean castigados por el pecado 1Co. 2:3; 2Co. 11:3; Col. 2:1. Es posible librarse de este tipo de temor, por medio del verdadero amor a Dios 1Jn. 4:18. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

d).En el temor de los hombres: Se utiliza el vocablo temor en otro sentido, como en Gn. 31:42, 53, Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche. El pasaje en el que se llama a Dios “temor de Isaac” es decir el Dios a quien temía y adoraba Isaac. Su temor aquello que los preocupaba recae sobre los malos Pr. 1:26–27; 10.:24; comparé Is. 66:4. Cuando los hebreos entraron en la tierra prometida, Dios envió su temor delante de ellos, destruyendo y esparciendo a los cananeos, o impresionándolos de tal manera con su temor que su espíritu se desvanecía y se volvían incapaces de resistir al invasor Ex. 23.27–28. El temor en este caso también se encuentra en Job 4:6 ¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?

 Sal. 34:9 Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen.



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